• Observe sus pensamientos con distancia y no los confunda con la realidad. Así será capaz de distinguir lo neurótico de lo útil.
• Sea consciente de que cualquier cosa que suceda, buena o mala, cambiará.
• Evite atribuir la culpa de su infelicidad a los demás. Pensamientos como “mi vida es horrible” o “si fuera rico, mis problemas desaparecerían” son solo falacias para no tomar el mando de nuestra vida.
• En lugar de impacientarse, lea o escuche música mientras espera el tren o el autobús.
• Trate de sonreír a la gente irritada que encuentre. Nunca menosprecie a los demás.
• Tómese los contratiempos con sentido del humor.
• No alimente lo que le irrita, ni le dé más importancia de la que tiene.
• Huya de la idea de que, en la ciudad, vive amenazado por las personas y las situaciones. Jamás se autocompadezca.
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