lunes, 21 de febrero de 2011

Leyéndome el pensamiento

A colación de la anterior entrada, este fin de semana leo este interesante artículo en El País sobre cómo mantener la la calma en la ciudad. Extraigo de él unos interesantes consejos:

• Observe sus pensamientos con distancia y no los confunda con la realidad. Así será capaz de distinguir lo neurótico de lo útil.

• Sea consciente de que cualquier cosa que suceda, buena o mala, cambiará.

• Evite atribuir la culpa de su infelicidad a los demás. Pensamientos como “mi vida es horrible” o “si fuera rico, mis problemas desaparecerían” son solo falacias para no tomar el mando de nuestra vida.

• En lugar de impacientarse, lea o escuche música mientras espera el tren o el autobús.

• Trate de sonreír a la gente irritada que encuentre. Nunca menosprecie a los demás.

• Tómese los contratiempos con sentido del humor.

• No alimente lo que le irrita, ni le dé más importancia de la que tiene.

• Huya de la idea de que, en la ciudad, vive amenazado por las personas y las situaciones. Jamás se autocompadezca.

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